La cultura Tolteca habitó la ciudad ceremonial de Tula, donde desarrollaron parte de la historia mexicana y que construyeron los famosos Atlantes que custodian el templo de Tlahuizcalpantecuhtli.
Los monumentales atlantes se encuentran en la parte superior del Templo de Tlahuizcalpantecutli o también llamado "Estrella de la Mañana" desde la cual se aprecia toda la plaza principal.
Te puede interesar: Los Mariachis una tradición de la cultura mexicana
Se trata de cuatro figuras antropomorfas que representan el poder que tenían los guerreros en las épocas precolombinas.
Las estructuras semihumanas se caracterizan por su gran tamaño. El edificio más importante de la zona es el llamado Palacio Quemado que se localiza en el lado noreste de la plaza, su importancia radica porque, de acuerdo a las investigaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la estructura era, probablemente, el axis mundi del recinto sagrado y, por lo tanto, el eje central de construcción de la ciudad.
Te puede interesar: La Quebrada, un lugar emblemático de Acapulco
Esta pirámide, y algunos otros edificios localizados en el lugar, están relacionados con la clase media de Tula, que es una remembranza de los toltecas hacia la cultura Teotihuacana, lo anterior está relacionado con los grupos de teotihuacanos y los toltecas-chichimecas del norte en la fundación de Tula, (realizada hacia el año 700 d.c.).
El esplendor de la ciudad se ha fechado entre los años 900 y 1000 d.c; durante este tiempo, Tula tenía casi 16 km² de extensión, por lo que, la actual zona arqueológica, solo representa aproximadamente 12% de todo el territorio tolteca.
Te puede interesar: Los viñedos de Valle de Guadalupe, el gusto por el vino
Su sola presencia demuestra las capacidades artesanales que tenía este pueblo, sobre todo en lo que a trabajo en piedra se refiere. Esto se puede apreciar en la riqueza de detalles que tiene la escultura; brazaletes, armas, tocados en el pecho, pequeños animales labrados y sombreros de plumas.
Estas piezas aguantaron estoicas los embates del tiempo y de la humedad, y tras varios siglos ocultándose de la vista de los humanos, el arqueólogo mexicano Jorge Ruffier Acosta las descubrió en 1940 durante una excavación en la que también aparecieron una serie de edificaciones que más tarde demostraron ser una serie de palacios que había en la capital tolteca.
Te puede interesar: Un lugar irreal, las Cascadas de Agua Azul en Chiapas
Los gigantes aparecieron en partes, apilados dentro de un pozo. Entonces, para unir los rompecabezas, hubo que agrupar los pedazos de piedra en secciones: el primer bloque consistió en juntar las piernas y los pies; el segundo y el tercero en unir los troncos y el cuarto en acomodar las cabezas.