Asientos es un antiguo pueblo minero que todavía no se convierte en ciudad chica con Coppel y Oxxo. Tiene denominación de Pueblo Mágico, pero no lo parece del todo: las opciones turísticas son tan limitadas que incluso puede decirse que no es posible encontrar hospedaje.
Pero lo más duro es llegar. Uno pensaría que existen autobuses desde la capital de Aguascalientes; en realidad sólo combis que salen de una terminal alterna, y no de manera periódica o eficientemente anunciada. Hay que llegar, entonces, en coche (menos de una hora de trayecto) y regresarse el mismo día.
No está mal: Real de Asientos preserva su seca y vetusta identidad a salvo del turismo rampante. Y qué decir de las localidades de alrededor de la cabecera municipal: la calma chicha en pleno.
El semidesierto, la sencilla arquitectura vernácula y la gastronomía (el conejo a la chichimeca, por ejemplo) le conceden al visitante una experiencia singular, como de cuento de Daniel Sada, fuera del tiempo.
Pero a Asientos también se va a ver los cuadros de Miguel Cabrera en la pinacoteca parroquial, recorrer los túneles y hacer ecoturismo. Dos que tres camionetas y casas hacen sospechar del perfil de ciertos habitantes, pero es probable que la mayoría se dedique a otra cosa.
¿Cuál cosa? Al escaso turismo, tal vez. ¿Al campo? ¡Que lloviera más seguido!
Por Jorge Pedro Uribe Llamas, autor de libros como Novísima grandeza mexicana (Paralelo 21, 2017), El gran libro de la CDMX (Índice Editores, 2016) y Amor por la Ciudad de México (Paralelo 21, 2015). ¡Síguelo en sus redes sociales!
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Jajaja! Muy bueno! Soy de Aguascalientes y si, asientos es muuuuy tranquilo, pero con una historia interesante, para ser sincero hasta me emocioné de ver esto, porque pues nadie conoce Asientos jaja