Este Pueblo Mágico del Estado de México reside entre montañas, peñas y cascadas, donde el sol inunda de luz calles, callejones y refleja su luz en sus blancas paredes. Así comienza cada día el verdadero Aculco, ven a encontrarte con Otomíes, y descubrir porque escogieron este lugar.
Aculco combina maravillas, como un Santuario natural con una caída de 15 metros que humedece enormes columnas basálticas, con la magnífica arquitectura tradicional, y emprender diversas aventuras en sus atracciones naturales para practicar el campismo, el rapel o el senderismo.
Esta localidad fue fundada por el pueblo Otomí y conquistado más tarde por los Mexicas en el siglo XIV. Su nombre actual proviene de la lengua náhuatl y significa “lugar donde tuerce el agua”.
En 1540, los españoles construyen la parroquia y el convento de San Jerónimo; aquí los independentistas sufren su primera gran derrota en 1810; acabada la independencia, para 1825 surge el municipio.
Se ubica a 2 mil 400 metros de altitud; posee un agradable clima de montaña; fresco, en ocasiones semifrío y subhúmedo, cuenta con una temperatura promedio de 14 grados, llueve buen parte del año.
Es una sierra donde abundan lomas, sierras, valles y algunas cañadas que dan cauce a cascadas y ríos. En este lugar en el subsuelo se encuentran dos tipos de aguas la dulce y la salada.
La cocina local ofrece al visitante las enchiladas aculquenses, barbacoa, carnitas, mole; o bien escamoles, cremas, y quesos. Como postres figuran dulces de leche, jamoncillos y panadería. Como bebidas encuentras agua de frutas, curados de pulque, y diversos licores.
La compra de recuerdos es de piedra tallada como adoquines, barandales, columnas y esculturas; igualmente textiles como bordados de chales, lana, manta, y sarapes; o bien en fibras de ixtle como ayates y sombreros.
Forma parte del programa de Pueblos Mágicos desde 2015.