Maní es un poblado de Yucatán que se encuentra al sur de la ciudad de Mérida a una hora y media, en la famosa Ruta de los Conventos, muy cerca de la ciudad de Ticul.
Históricamente, en esta localidad fue donde Fray Diego de Landa realizó su "Acto de Fe" (Ley de la Fe), cuando ordenó la quema y destrucción de muchos documentos y estatuas mayas durante el movimiento franciscano para convertir al pueblo indígena al cristianismo.
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Aunque después se arrepintió de lo que estaba haciendo, intentó rescatar parte de los documentos, pero el daño ya se había hecho, por lo cual se dedicó al estudio de la cultura maya y de esta forma poder rescatar una parte de la historia de los mayas, modo de vida y creencias religiosas.
En este lugar se construyó un monasterio franciscano que servía de hospital y al mismo tiempo de escuela para evangelizar a los mayas de la región, hoy en día la conocemos como la iglesia de "San Miguel Arcángel" en que se conserva el convento y un museo.
Aún conserva en sus calles y alrededores el estilo colonial, el ritmo de vida es tranquilo, por lo que caminar pos sus calles crea un ambiente de relajación en la mente.
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Otra de las razones por la que los turistas cada vez se enamoran y hablan más de Maní son sus bordados tradicionales. El trabajo puede hacerse a máquina o mano, sin embargo, la labor es ardua.
Los textiles abarcan huipiles, ropa de cama y mantelería, todas ellas obras de arte cuya técnica y patrones fueron preservados por las mujeres de la región durante más de cinco siglos.
Del mismo modo que en toda la península, Maní tiene una oferta gastronómica que es orgullo de los mexicanos. Entre los platillos que no puedes dejar de probar está el Poc Chuc, el platillo estrella de esta población.
Maní posee un cenote, lamentablemente, debido a los cambios en las napas el agua se encuentra estancada. Sin embargo, posee una gran importancia religiosa para la población local.